El doctor Mark Greene discute con la doctora Susan Lewis en relación al diagnóstico de un paciente. La conclusión a la que llega Greene de que el paciente sufre embolia pulmonar deja impresionado al doctor Morgenstern, que le ofrece el puesto de adjunto para el año siguiente, cuando haya acabado la residencia. La noticia no le hace ninguna gracia a la esposa de Greene, una abogada que ejerce fuera de la ciudad. Además, una enferma de cáncer terminal le pide a Greene que la ayude a morir.