El arzobispo Aguiar y Seijas ordena averiguar posibles faltas de Juana Inés como religiosa. Mientras tanto, Inundación castálida es un éxito en España, desde donde María Luisa, Condesa de Paredes, intenta defenderla. El arzobispo obliga a Juana Inés a elegir entre ser una figura pública o esposa de Cristo; opta por lo segundo y entrega sus pertenencias y libros para las obras de caridad. Se compromete a no escribir más y dedicarse a sus labores como religiosa. A principios de 1695 se desata una epidemia en la ciudad de México y Juana Inés insiste en cuidar a sus hermanas moribundas. Se contagia y muere. Varios legajos entre sus pertenencias confirman que, en realidad, jamás dejó de escribir.