El misionero Valignano lleva a los cuatro jóvenes a ver al Sr. Nobunaga para tratar de conseguir su consentimiento al viaje. El Sr. Nobunaga le ordena a Mancio, quien todavía no creía en el cristianismo, que salga de viaje, vaya más allá del océano, conozca un país desconocido y regrese. Llevando un biombo dorado confiado por el Sr. Nobunaga, los jóvenes se embarcan en un largo viaje hacia Roma.