El 25 de mayo de 2002, el vuelo 611 de China Airlines se desintegró en el aire tras haber alcanzado su altitud de crucero 20 minutos después de despegar desde Taipéi y se estrelló en el estrecho de Taiwán, matando a las 225 personas a bordo. La causa fue atribuida a una reparación deficiente a la zona de la cola tras haberse dañado en un aterrizaje en Hong Kong 22 años atrás, lo que llevó a la fatiga del metal de toda la sección de cola.